sábado, 24 de enero de 2015

Marita Troyano



(Chincha Alta, Perú, 1953).
 

Temblor de fábula


para tu acoso dulcísimo de mar

guarde mi entraña

para tu vientre indócil

para tus manos sabias

para tu boca amarga

sin querer traigo un olor a triste

aromas de inmensidad por explorar

sin querer eres desierto de incalculables áreas

huérfano de horizontes ajeno a los oasis

un entrevero de horas largas

un teorema insoluble de fósiles grabados

en tu divina espalda

y sin querer

cuando no estás conmigo

ruego que me sepulte el agua

que se pierda el lenguaje

someterme al castigo del Areópago

morir en estado de fuego perpetuada

trémula columnata

triturada

ahorcada

feroz pañuelo rojo

nudo fatal de diez pulgadas

marinera cuerda aquí en mi cuello

saber signos de hielo aquí en mi pecho

Diademas de dolor triunfantes córtalos

En mi devoto pubis

palidez y mal agüero

Tu sabes como es

cuando no estás conmigo

Vivo un temblor de fábula

Me guardo entonces

Completamente

me guardo toda y con sigilo

Hasta mañana

Para sentir de nuevo en mis entrañas

tu acoso dulcísimo de mar.




Soy un caballo


Soy un caballo

Indómito impenitente

Un caballo cierto inverosímil

Haciendo mía una carrera delirante

Insolentando cábalas

Estrechando mis crines con tormentas

Rompiéndome los cascos entre piedras

Perdido el norte

Por una memoria roja y asombrada

Surcando praderas con huellas de patas empolvadas

y mi estiércol

signado por la hierba

Con ríos de sudor sin cauces

regando espigas muertas

Soy un caballo

Con sensación de brasas en el cuerpo

Que degüella al viento con el cuello

Vibrando a cada paso

Con un furor extraño

Con ese olor a lejanías

Con aquel lujo inútil de tener la sangre hirviendo

Y vivo un vértigo perpetuo

Derrocho violentamente adrenalina

Amo el sol

Y soy amante ciego de aguaceros

Del relámpago y la brisa

Me muevo ardiendo bajo este vientre azul

tan cóncavo y perfecto

Soy un caballo

Una rara suerte de huracán cayendo por el suelo levantándome

Bordeando abismos

Ventilando ironías

Un caballo que ama con estrépito

Sin adormecer instintos

Un caballo que espera finalmente

una metamorfosis dura hacia la nada

Y un galope sereno hacia el silencio

Voy hiriendo mis ancas

Sin sangre ni anestesias

Lamiendo mis heridas

Con escrupulosa exactitud

Sufriendo una agonía casi humana

Mientras que en instintivo gesto

Mastico yerbas secas

Mecidas de este a oeste

Y voy errante y voy errando

Altivo en mi locura

Sudando gastándome

Pasando apresurado por orillas siempre eternas

Sumiéndome gigante en el misterio

Sin frenos ni riendas ni destino

Mi andar se torna recio

Las espinas del camino son espuelas

Me vuelvo eléctrico

Indecisas mis orejas no

escuchan más al trueno

Y mis ojos condolidos

Agravan su mirada

Sin llegar a medir riesgos en los desfiladeros

Y se hace piel el pelo

Soy apenas un cuadrúpedo en silencio

Alucinando una confusa majestad

de mi sombra sin un reino

Y están presentes curvadas flautas de bambú

en círculo perfecto

Mi rumbo está perdido

Mi norte yace muerto

Atravieso a ciegas una alfombra trajinada

por los otros

Y mis marcas que son nada

se quedan prisioneras de un desierto

Vadeo un río

Y nada más parece que yo estuviera huyendo

De mi sombra de mis vicios

Y de pronto un relincho quebrando este silencio

Bajo el manto que hice mío y que me abriga

A mí tan grande tan blanco tan mojado

Y a la mañana no soy má

s que la evocación de

un frívolo placer

Un zoológico secreto de alquimistas

El sustento de alguna tarde de buitres

con anemia

O el objeto del deseo de potrancas

confundidas en corrales con su celo

Soy un caballo triste

Mezclado con sigilo

con extrañas variedades de huesos

de animales muertos de hace tiempo

Mimetizando un cuerpo largo y tenso

Con infinitas carreteras

con los frutales colores de un semáforo

O la estúpida altivez de rascacielos

Hay ironía en mi pellejo

Hay dolor en mis temblores

Hay orgullo y junto a mí ángeles y espectros

Soy un caballo solo

Tal vez triunfante tal vez vencido

Con los músculos de piedra esqueleto de hierro

y el corazón de carne

Sin un corral

Sin amos

Corriendo desbocado una sorda carrera

Porque una noche hace ya un tiempo

Bebí de un manantial sagrado

Y comprendí que esa carrera loca

Era una forma venerable de morir

lunes, 19 de enero de 2015

Louis Aragon

 (París, 1897 - ídem, 1982).

Cántico a Elisa



Te toco y veo tu cuerpo y tú respiras,
         ya no es el tiempo de vivir separados.
Eres tú; vas y vienes y yo sigo tu imperio
         para lo mejor y para lo peor.
Y jamás fuiste tan lejana a mi gusto.

Juntos encontramos en el país de las maravillas
el serio placer color de absoluto.
Pero cuando vuelvo a vosotros al despertarme
          si suspiro a tu oído
como palabras de adiós tú no las oyes.
Ella duerme. Profundamente la escucho callar.
Ésta es ella presente en mis brazos, y, sin embargo,
más ausente de estar en ellos y más solitaria
          de estar cerca de su misterio,
como un jugador que lee en los dados
          el punto que le hace perder.

El día que parecerá arrancarla a la ausencia
me la descubre más conmovedora y más bella que él.
De la sombra guarda ella el perfume y la esencia.
         Es como un sueño de los sentidos.
El día que la devuelve es todavía una noche.

Zarzales cotidianos en que nos desgarramos.
La vida habrá pasado como un viento enfadoso.
Jamás saciado de esos ojos que me dan hambre.
          Mi cielo, mi desesperación de mujer,
trece años habré espiado tu silencio cantando.

Como las madréporas inscriben el mar,
embriagando mi corazón trece años, trece inviernos,
          trece veranos;
habré temblado trece años sobre un suelo de quimeras,
          trece años de un miedo dulce amargo,
y conjurado peligros aumentados trece años.

¡Oh niña mía!, el tiempo no está a nuestra medida
que mil y una noche son poco para los amantes.
Trece años son como un día y es fuego de pajas.
           El que quema a nuestros pies malla por malla
el mágico tapiz de nuestra soledad.

Joan Brossa

(Barcelona, 1919 - ídem, 1998). 




Un espia ronda pels carrers de Washington
Un home duu abric i botines grises.
Travessa una dona, molt bonica, endolada.
Un noi, amb ulleres de miop, explica amb profusió de detalls
com és el qui l’ha substituït en el càrrec.
Un home, amb una cicatriu a la mà, surt a corre-cuita d’un edifici
amb una cartera sota el braç.
Un transeünt es plany que és indigne com atropellen la gent pel
carrer.
Passa un noi amb un vell encorbat.
Un militar, malcarós, puja en un cotxe, que arrenca.
Una dona entra en una botiga d’òptica.
Un home es fica en una cabina telefònica.
Passen grups de joves.
Un home, que duu bigotis, es treu les ulleres.



Amor,
en aquest poema
no existeix el temps:
tot el curs de l’Univers
s’hi dona a la vegada.



Amor meu:
Aquí, en contorn del mapa té la forma
d’una cara. Tres províncies són
de color blau i tres de color blanc.
Et voldria parlar del marisc que tinc
incrustat a la barba. A la platja
no hi ha prou casetes. M’ha agradat
molt la noticia que vindràs.
L’habitació ja no em sembla tan gran.
Has de venir aviat per omplir-la una
mica més. Penso molt
en tu. T’esperaré
al moll.
A l’angle superior
de la dreta del sobre,
una mitja lluna dreta.


El cocodril obre
la boca per engolir el poeta.
Però el poeta agafa l’arpa
i la posa dreta a la gola del monstre:
el cocodril no pot tancar la boca
i es queda transformat en una
arpa viva.


Pont
Aquest és el camí
que serveix per a passar
del poema anterior al següent.