RUNAS
Había entonces
ojos albinos
los inventaba
en cada runa
en cada piedra afilada
en el reverso
para descifrar quizá
una contraseña
el coraje de permanecer
Ahora
hay luces huérfanas
apenas un resplandor
por entre los agujeros negros
el espasmo
de un corazón partido
donde se filtra la distancia
entre la caricia y el deseo
en ese costado exacto
en que se abren los cuerpos
y la cintura es una curva obscena
y todo arde
y todo sucede
LA PALABRA
Palabra
escrita
en la arena de los mitos
canto aciago
de las sirenas
Con las manos de orfebre
tejedora de intriga
con perfil ambiguo
dimensión de ausencia
Palabra
con soles
colgados en la voz
arrancada del fuego
Palabra
que muerde entrelíneas
señales de humo
EL SILENCIO
Me clausuro
construyo
una bruma indudable
oreja o talismán
de la memoria
En la negritud del signo
la nada se defiende con todo
Y el silencio
es esta luz carnívora
del verbo
|
"A tidone", Elisa Dejistani. |
TRÁNSITO
Mi razón no pide piedad
se dispone a partir
Hamlet Lima Quintana
Partiré
suelta en transiciones
para atenuar los rituales
el final de la carrera
Partiré en el sigilo
abriéndome paso
por entre las ventanas
que esperan decisiones
Soltaré mi libro
de repente
cerradura abierta en los ojos
ajedrez renuente a la fuga
Partiré
como una fábula bien urdida
en la galera del mago
deslizándome hacia arriba
enrollando mis páginas
encogida dentro
Me iré
toda repartida
en el canto
EN LA FRAGILIDAD DE LA PALABRA
En
la fragilidad de la palabra
me resguardo de mí misma:
sicario
con el que deletreo mi costado izquierdo
mientras el derecho se llena de manchas
y arrugas
y puntos suspensivos
Por eso la bestia que me habita
ataca a mi sombra
la retuerce
mastica el alto rugido de la sangre
y por fin
se entrega
ESPECTROS
Quién
insiste en rebelarse
Para quién
soplan las bocas
liberan el sonido
Quién
acude entre renglones
conjuga tiempos
derrama el oro
del insomnio
escarba en la prosodia
un grito sofocado
la escritura del cuerpo
su condena
Quién
golpea desde
una letra oscura
VIBRACIONES
Crecí en una clave
infierno o paraíso
encerrado en la piel
Crecí extranjera
por mucho tiempo
suspendida en la alta marea
gemela del mar y de la nube:
Apología de azucenas
Reencarno
en la música del tacto
en el ritmo del deseo
en la abstinencia del sol
Cuando escribo
comienza a circular mi cuerpo
es para volar que me vuelvo
pequeña y ligera
Hay noches
en que permanezco acorralada
al borde de mí misma
me abro la ausencia
en mitad del dolor
y aúllo
como loba capitolina
Hay una fracción
en que la misma soledad
me abandona
Es para llenarme de olvido
que entro en mí
y me despojo