miércoles, 27 de mayo de 2015

Kathleen Raine

(Ilford, Essex, 1908 - Londres, 2003). 

El instante

Para poner por escrito todo lo que contengo en este instante
vaciaría el desierto a través de un reloj de arena,
el mar a través de una clepsidra,
gota a gota y grano a grano
a los impenetrables, inmensurables mares y arenas mutables liberados.

Porque los días y las noches de la tierra se desmoronan sobre mí
las mareas y las arenas me atraviesan,
y yo sólo tengo dos manos y un corazón para retener al desierto
y al mar.

Si se escapa y me esquiva, ¿qué puedo contener?
Las mareas me arrastran
el desierto se desliza bajo mis pies. 



Tu don fue la ociosidad…

Tu don fue la ociosidad,
el modo en que descuidabas tu quehacer diario
para maravillarte con el rebrote de una flor,
el temblor de una hoja, el velo de una araña
sobre la rociada en el despliegue de la mañana.
Estos eran tus pensamientos errantes, extraviados
en la mente veleidosa
del cielo etéreo y la nube viajera,
de la campánula y la colina de brezo,
mundo infinito, donde podías perder
memoria, identidad y nombre
y todo lo que contemplabas, renacía,
ala de insecto y malla de estrellas
o la plata reluciente de la semilla por el viento llevada
eternamente a la deriva inmune al tiempo.
¿Qué tiene que ver la ilimitada vida
con la sepultura del cuerpo y con el vientre,
lapso de vida y espacio escaso?
 

lunes, 25 de mayo de 2015

Alicia Millán

(Madrid, 1981).



cuando mudo escribo
-mudo de cambio
no de ausencia de voz-
escribo el paso de hilo a tejido
la transformación de nuevo
a agujero
o la conclusión sin segunda premisa
(la primera siempre se precipita por la boca)
la segunda
la hallo en un camino que no espero
y remito así el baile
a su procedencia de luz
para qué quiero una sonrisa
que tan rápido se desprende

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dormir las despedidas
como un peine sin púas
desenreda una maraña
-otra vez-
requiero de los dedos
para pensar en deshacer
para alisar la herida
y despertarme en los ojos


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-resbalo-

no la luz
no la brisa
sino que resbalo
              el sino
el yo que nace cada día

desmembrándome
cada amanecer

soy
todos los atardeceres de golpe


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mucho pide la existencia
de un silencio que no habito

por cada poro una letra
(rasga mi piel)
-espera-
labios que sepan ingerir
todo el decir que me callo

******




Contigo en la pértiga sobre
-el vértigo que nos sobra-
atracción a tracción
     /amor/ que mora
(dentro)
malabar/es/ (de) abismos

 

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y por qué seguir sobre el firme
no el firmamento /el firme/
duro y agrietado que fusiona
surcos con mis pies

helados

dormidos

quietos

por qué no
disparar a la velocidad de la luz
todos los sinsentidos a dios
a gritos -porque a besos no-
a gritos las grietas
que hacen que el frío /entre/
y la sangre quede

petrificada