(Ilford, Essex, 1908 - Londres, 2003).
El instante
vaciaría el desierto a través de un reloj de arena,
el mar a través de una clepsidra,
gota a gota y grano a grano
a los impenetrables, inmensurables mares y arenas mutables liberados.
Porque los días y las noches de la tierra se desmoronan sobre mí
las mareas y las arenas me atraviesan,
y yo sólo tengo dos manos y un corazón para retener al desierto
y al mar.
Si se escapa y me esquiva, ¿qué puedo contener?
Las mareas me arrastran
el desierto se desliza bajo mis pies.
Tu don fue la ociosidad…
Tu don fue la
ociosidad,
el modo en que descuidabas tu quehacer diario
para maravillarte con el rebrote de una flor,
el temblor de una hoja, el velo de una araña
sobre la rociada en el despliegue de la mañana.
Estos eran tus pensamientos errantes, extraviados
en la mente veleidosa
del cielo etéreo y la nube viajera,
de la campánula y la colina de brezo,
mundo infinito, donde podías perder
memoria, identidad y nombre
y todo lo que contemplabas, renacía,
ala de insecto y malla de estrellas
o la plata reluciente de la semilla por el viento llevada
eternamente a la deriva inmune al tiempo.
¿Qué tiene que ver la ilimitada vida
con la sepultura del cuerpo y con el vientre,
lapso de vida y espacio escaso?
el modo en que descuidabas tu quehacer diario
para maravillarte con el rebrote de una flor,
el temblor de una hoja, el velo de una araña
sobre la rociada en el despliegue de la mañana.
Estos eran tus pensamientos errantes, extraviados
en la mente veleidosa
del cielo etéreo y la nube viajera,
de la campánula y la colina de brezo,
mundo infinito, donde podías perder
memoria, identidad y nombre
y todo lo que contemplabas, renacía,
ala de insecto y malla de estrellas
o la plata reluciente de la semilla por el viento llevada
eternamente a la deriva inmune al tiempo.
¿Qué tiene que ver la ilimitada vida
con la sepultura del cuerpo y con el vientre,
lapso de vida y espacio escaso?