martes, 30 de junio de 2015

Luis Eduardo Aute

(Manila, 1943).

Son infinitos los celos
que me despierta la calma que te penetra
y posee cuando yaces
dormida…
Tus labios veniales
tus ojos mortales,
tu cuerpo desnudo, entero, abatido,
entregado a su merced.
En ese momento,
cuando la belleza de la muerte
mana de tu anatomía,
cada poro de tu piel, cada estigma
me revela todos mis miembros,
uno a uno, y me invita a traspasarte,
como traspasa la luz el cristal purismo,
sin romperlo ni mancharlo
para que nunca despiertes
y así ser
tu sueño eterno.

#20

Cronopoema

El grito áspero de no saberse
de ser piezas esparcidas
en la playa de la memoria
sedimentos del ser
espasmo dilatado del tiempo.
Transcurso de movimientos
simultáneos, enzarzados.
Fotografía del dorso del presente.
Misterio que esconde
la danza cuántica de la experiencia.


Laura Millán Miranda

domingo, 28 de junio de 2015

Luis Rosales

(Granada, 1910 - Madrid, 1992)

Contigo (fragmento)

No hay noche, no hay luna, no 
hay sol cuando estoy contigo, 
tiemblo de quererte tanto, 
tiemblo de sentirme vivo, 
tiemblo de saber que un día 
la espuma se lleva al río, 
y en el corazón del hombre 
se lleva al tiempo el olvido. 
No hay luz, no hay jardín, no hay 
noche de otoño contigo, 
¡quisiera que se acortara 
el tiempo cuando te miro! 
contigo para perderme, 
para salvarme contigo, 
contigo, Abril, para siempre 
por los siglos de los siglos. 
 * * * 
Tiemblo de verme en tus ojos 
sin comprender el bautismo, 
contigo, Abril, primavera, 
el nombre nace contigo, 
y el ser también en el seno 
de tu vientre estremecido, 
nieve niña y madre virgen 
de mi tiempo y mi destino; 
por ti se agrupa el rebaño 
por ti se doblan los trigos, 
por ti los álamos tiemblan 
y el mar se levanta en vilo 
como los pueblos que llevas 
en la mirada perdidos 
para siempre, como el tiempo 
que vuelve a nacer contigo, 
contigo para salvarme, 
para perderme contigo 
como el beso que no sabe 
sobre qué boca ha nacido. 
¡No puedo verte, no puedo 
verte cuando estoy contigo! 
¡no sé mirarte, no sé 
mirarte, pero te sigo! 
tuyo seré madreselva, 
madre viento y madre río, 
isla de ti solamente 
mi nacimiento continuo, 
que estoy con dolor queriendo 
lo que muero y lo que vivo, 
lo que vivo y lo que muero 
de tenerlo sin vivirlo. 
 * * * 
Ya el tiempo es sólo el espejo 
donde te sueño lo mismo 
que los chopos en invierno 
sueñan su verdor florido. 
(...)

La trasfiguración

Siento tu cuerpo entero junto al mío; 
tu carne 
                es 
                        como un ascua, 
fresca e imprescindible 
que está fluyendo hacia 
mi cuerpo, por un puente 
de miel lenta y silábica. 
Hay un solo momento en que se junta 
el cuerpo con el alma, 
y se sienten recíprocos, 
                                                 y viven 
su trasfiguración, 
                                   y se adelantan 
el uno al otro en una misma entrega, 
desde su mismo origen deseada. 
Siento tus labios en mis labios, siento 
tu piel desnuda y ávida, 
y siento, 
                ¡al fin! 
                             esa frescura súbita 

como una llamarada 
de eternidad, en que la carne deja 
de serlo y se desata, 
se dispersa en el vuelo, 
                                                 y va cayendo 
en la tierra sonámbula 
de tu cuerpo que cede interminable- 
mente cediendo, 
                                  hasta 
que el vuelo acaba y ya la carne queda 
quieta, milagreada, 
y me devuelve al cuerpo, 
                                                      y todo ha sido 
un pasmo, un rebrillar y luego nada.
 
 

miércoles, 24 de junio de 2015

Pedro Salinas

(Madrid, 1891 – Boston, 1951).

Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!

Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:
«Yo te quiero, soy yo».

domingo, 21 de junio de 2015

Álvaro Cunqueiro

(Mondoñedo, 1911 - Vigo, 1981).

Ella

Poema 3

 
Ella se dedicaba a unir su soledad a las cosas.

-Los recovecos llovían su oscuridad alrededor de su
talle pensativo,
y había un miedo de manos abiertas bajo los ojos
afilados de la medianoche.

Ella se dedicaba a repicar en los vidrios con su frente
naciente.

La calle sospechaba el paso de aquel hombre asesinado
en la otra esquina,
mientras el silencio inventaba una pequeña canción
de amor.

Ella olía al moho chispeante de los espejos
hundidos y era el tiempo cabal de la emigración
de las musarañas.



Él

Poema VI

Era el tiempo.

Basta con decir que ella nacía en cada instante
y nacía desnuda siempre y siempre tibia.

Basta con decir que eran las sombras y las antenas,
que eran los pájaros y las violetas,
que eran el abanico y las puntas de las estrellas.

Basta con decir que eran ella y su tiempo
en accidente limpio y sombra exacta.

Él cabía vivo en cualquier sitio.

 

jueves, 18 de junio de 2015

#19


¿Qué obra debo crear
para retratarte eterna?

¿Qué labios, serenos,
evocar
para que nunca termine el beso?

¿Qué experiencia retener
si quiero contemplar tus ojos, también,
en la niebla?


Laura Millán Miranda

viernes, 12 de junio de 2015

Ida Vitale

(Montevideo, 1923). 

Salmo

Alaba lo que no conoces
por tu esperanza
y aún por tu mirada de hoy
         creyente
de la hermosura que muchos desdeñan;
alábalo por inconcebible,
por la constancia de sus absurdas
disposiciones.
El itinerario de tu viaje
          brevemente infinito
traza un dibujo que sólo tú no entiendes,
pero no te amotines;
en el ruidoso vacío de su centro
caerás
          trasmutable semilla
cuando la hermosura y esperanza
ensimismadas
          finen.
         

miércoles, 10 de junio de 2015

Cristina Peri Rossi

(Montevideo, 1941).

Anastasia Chernyavsky

Instrumento

Como el saxofonista enamorado del instrumento
cada noche desmonta las partes
y duerme con ellas
como el fotógrafo enamorado de la cámara
cada noche desmonta las piezas
y duerme con ellas

Yo, enamorada de tu cuerpo
cada noche limpio alabo venero tus partes
tus elementos
tus miembros exteriores
tus órganos que suenan como fugas
tus vísceras que palpitan llenas de sangre
tus vértebras dichosamente enhebradas
como las cuerdas de un piano
tus tubas tus arcos tus volutas tus odres
tus cántaros tus cofres tus cuevas
y voluptuosidades.

Y me duermo entre tus piezas
las acaricio en sueños
Las protejo las bendijo las cuido las mimo

Sólo así
a la mañana
podrás volver a ser
la música que amo
y aman todos
la luz y la sombra que buscan los fotógrafos y pintores
Mi ama
y mi señora
aquella a quien pulso como una tecla
y hago sonar para regocijo y deleite
mìo y general
La obra mi obra
tu obra
nuestra
en tanto tú
en tanto yo
en tanto nosotros.